“La Sagrada Familia”, n. 1458 / Agosto-Octubre 2017:
“Manyanet, educación y familia”
Queridas familias:
“Una educación, una escuela, a la altura del siglo….” Es una de las frases “clásicas” de San José Manyanet, educador, que se ha tenido presente en la acción educativa de los diferentes centros educativos de la Congregación. Esta “altura del siglo” no ha sido nunca confundida con una mera adaptación a las circunstancias sociales o culturales o como una “moda” que hay que seguir para “estar al día”. Responde al impulso más profundo del carisma y de la pedagogía manyanetiana: si el centro de la misma es la persona, real, concreta, acogida y comprendida en su entorno familiar y cultural, la educación ha de responder a las inquietudes, necesidades y ayudar a desarrollar todas potencialidades de cada persona, por eso ha de estar siempre “al día”.
Evangelización, educación, innovación, excelencia, compromiso por la familia, la justicia, la sostenibilidad… todo nace del tronco común de la vida y la enseñanza que Jesús de Nazaret nos ofrece en el Evangelio, responde a la realidad que marca la vida de las personas y tiene un objetivo claro (la educación “integral” de cada persona) en un horizonte abierto que permita sacar y potenciar lo mejor de cada uno para el bien común. Escribe J. A. Marina: "La escuela es el motor escondido de la vida social, el lugar donde la tradición se convierte en libertad, dejando de lado todo fanatismo, toda ignorancia, toda violencia. Es la gran libertadora. En ella, los maestros ejercen su mágico oficio de cuidadores del futuro".
La escuela transmite el legado cultural de generación en generación; guía la socialización, reforzando el papel insustituible de la familia y contribuye a la creación del proyecto vital y único en cada persona, pero también es motor de cambio en la sociedad. Por ello, no solo transmite lo más preciado de la tradición, cultura, arte, método científico sino que además es una de las instituciones responsables de su evolución. La escuela pone el primer peldaño para el posterior avance del conocimiento, por eso tiene la capacidad única de predecir el futuro, incluso de crearlo: lo que ocurrirá en el futuro pasa antes por las aulas de ahí la enorme importancia de una “buena educación” personalizada que ayude al desarrollo del proyecto personal, familiar y social de cada uno.
Estamos caminando en un mundo digital; en medio de una “cultura líquida” donde no se encuentran fácilmente puntos de referencia (Bauman); se trata de una revolución silenciosa que ha cambiado y cambiará aún más las formas de comunicar, enseñar, divertirse e incluso rezar. Es algo imparable en lo que estamos inmersos y que tenemos que ver como una oportunidad para vivir mejor nuestra vida. Casi todo podremos ponerlo en la “nube” menos el abrazo, la sonrisa acogedora, los “Buenos días Martina, Joan…”que cada mañana seguimos cultivando en nuestras familias y escuelas.
J.D.A.