Lectio Divina en familia

Dios se desposa con su pueblo- Is 62, 1-5

0. Oración: Espíritu Santo

1. Lectura del texto: Is 62, 1-5 (LECTIO)

. Realidad: el amor es una de las experiencias humanas más profundas. Por amor se goza, se sufre, se ríe, se llora; el enamorado es capaz de cualquier cosa, rozando incluso la locura, por la persona amada, para mirarla, saludarla, un leve roce… menudencias que para él suponen todo un tesoro y le llenan de alegría. Si es correspondido su gozo alcanza cotas de plenitud. Graba en su corazón a la persona amada, tatúa su nombre, lleva pulseras… al final, se consolida la relación sellando su compromiso de amor en los desposorios, “el día más feliz de mi vida”.

. Compartimos:  experiencia de enamoramiento. ¿Qué hemos llegado ha hacer pro amor? ¿Fue el día de mi boda uno de los más felices de mi vida?…

. Hemos hablado de la belleza del amor humano, de la pasión, búsqueda, unión… que se consolida en la boda, testimonio de amor ante el mundo. Pero nos resulta extraño pensar en un Dios enamorado que se desposa con su pueblo; sin embargo, esta dimensión del amor divino está muy presente en la Sagrada Escritura. Los profetas nos la han transmitido en su experiencia de fe. Concretamente lo hacen al hablar de la relación de Dios con su pueblo o con la ciudad santa de Jerusalén.

El libro de Isaías encierra una larga historia de composición. Podemos hablar de tres grandes partes diferenciadas por el contexto histórico, el estilo literario y el mensaje. El nombre lo da el profeta Isaías del s. VIII a.C. cuya predicación se contiene en los cap. 1-31 (primer Isaías). Los cap. 40-55 forman el Segundo Isaías con el mensaje del profeta anónimo en el destierro y los cap. 56-66 constituyen el tercer Isaías con el mensaje proclamado después del exilio.

El texto está constituido por tres secciones:

. Is 62, 1-7: el profeta es quien habla de su ciudad amada;

. Is 62, 8-9:  juramento del Señor de no abandonar a su pueblo;

. Is 62, 10-12:  habla el profeta. Contactos Is 40, 3.9-10

. Dos proposiciones principales: “No callaré; no descansaré” y siete subordinadas: hasta que brille. Llamee, vean, pongan, seas”, indica una súplica vehemente no solo una promesa de futuro.

. Sentido de urgencia: “hasta que; ya no”. Urgencia y seguridad del profeta de que el Señor no abandonará a su ciudad porque la ama. Hará nuevas todas las cosas; nuevos cielos y nueva tierra y Jerusalén será parte de ella.

. Is 62, 5ª: la imagen del matrimonio acentúa el aspecto de la alegría del encuentro.

. Is 62, 1-5: pertenece a la liturgia del adviento ya desde el siglo VII.

. Is 62, 1-5: leer

Dios en la voz del profeta muestra su amor por la ciudad a la que se refiere como Sion (nombre de la colina del templo) o Jerusalén. Expresa el sentimiento de una relación de amor, similar a la que el esposo tiene con su esposa. Aunque esta imagen ya aparece en la primera parte (Is 1, 21-26) fundamentalmente se encuentra en los capítulos 40-66 (Is 49, 14-21: LEER; 51, 17-52; 54, 1-10).  En toda la metáfora de la esposa traduce la catastrófica situación de la ciudad a consecuencia del destierra, una situación cambiada por el amor de Dios.

. Is 62, 1: Por amor de Sion no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa la aurora de sui justicia y su salvación llamee como antorcha”.

El poema empieza con la afirmación enérgica de Dios que expresa sus deseos e intenciones con respecto a Jerusalén, ciudad escogida y arrasada por el exilio. Aunque se sintió abandonada por el Señor, Él no la ha olvidado, la lleva tatuada en sus manos (Is 49, 14-18). Por boca de los profetas Dios anuncia su salvación y liberación. Jerusalén se preparó entonces como novia para el día de su boda (Ez 16, 10-13).

El pueblo que regresó del exilio, volvió con unas expectativas que no se cumplieron y cundió el desánimo. Entonces Dios, por boca del tercer Isaías (cc. 60-62) renueva su firme promesa de amor. Un amor que no le deja descansar, aguardando con ansia el momento en que la justicia, la salvación de la ciudad irradie como luz y como antorcha. La luz es la metáfora de la salvación. Será eterna; podrá descansar cuando su sueño de amor se vea cumplido.

. Desde el v. 2 (“Los pueblos verán tu justicia y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo impuesto por la boca del Señor”). Dios por boca del profeta, se dirige directamente a la ciudad y entran en escena las naciones. La luz de Jerusalén, salvación, llegará a todas las naciones; los reyes contemplarán la gloria; su luz es la luz de Dios (Is 60, 1-3.19-20: “Levántate, brilla, que llega tu Luz, amanece sobre ti”). Como consecuencia la pondrán un nombre nuevo constatando una nueva identidad. Llegará un tiempo nuevo. El nombre lo designa Dios, él es su creador…

. El v. 3 (“Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios”). Emplea la imagen de corona y diadema real en las manos del Señor. Jerusalén se compara con la esposa con la que Dios rey es coronado. La ciudad es el orgullo, el gozo, el honor del Señor, igual que “la mujer virtuosa es corona del marido” (Prov 12, 4). Esta corona está “en manos de Señor”, en su poder. La ciudad ha sido entregada a Dios; ya no se pertenece a sí misma.

. El v. 4 (“Ya no te llamarán la Abandonada ni a tu tierra Devastada, a ti te llamarán mi Preferida y a tu tierra la Desposada, porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido”). El texto se detiene en el cambio de nombre de la ciudad. Alude siempre al cambio de identidad: ya no se llamará “Abandonada” y “Desolada” (nombres que describen la situación como consecuencia del destierro que quedó todo en ruinas); los nombres nuevos constatan la nueva situación: “Querida mía”, “Desposada”. La ciudad es la amada de Dios, su deseada, la que va a desposar. Se pasa de la tragedia al gozo, de la afrenta del abandono a la dicha de ser desposada. Esta nueva situación es reconocida por los demás. La razón de los nombres: el Señor la ama y su tierra encuentra marido, protector y garante de felicidad.

Vuelven a resonar las promesas del destierro, como el bello poema de Is 5, 1-17, donde Dios hizo una decidida declaración de amor a la desdichada Jerusalén: Te quiero con amor eterno; y selló su fidelidad con una alianza de paz eterna, lo dice “El Señor que te quiere”. La ama y la desposa. Ella será madre de muchos hijos, olvidando su soltería y su viudez (Is 54, 4-5); para los desposorios Dios la viste de piedras preciosas (Is 54, 11-12).

. El v. 5: “Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa la encontrará tu Dios contigo”.

. Se compara con los desposorios de dos jóvenes y el gozo que experimentan. El Señor la edificó, la construyó, la deposa. El gozo del novio von la novia es el que experimenta Dios con su ciudad; este gozo remite al gozo apasionado del día y noche de bodas, pero va mucho más allá de ese momento: es el gozo experimentado continuamente por dos jóvenes enamorados.

. Los protagonistas son jóvenes, no casados; estamos en una situación de inicio, de comienzo. Amor de juventud entre Dios y la joven ciudad. El amor rejuvenece, da frescura, el amor siempre es nuevo y se renueva.

. El ritmo del relato recrea unos desposorios. Asistimos a la alegría de Dios, el novio, en sus nupcias; muestra su anhelo hasta lograr hacer suya a su amada; espera ver la llegada, tras un tiempo de abandono y separación. La llegada de la novia, con el resplandor de su belleza y sus gloriosos atuendos, suscita admiración; es entregada en manos del novio para convertirse en su corona, honor y alegría. El novio la declarará su amor: “mi deseo es ella”. La hace suya para siempre, por eso recibe un nombre nuevo que expresa su íntima pertenencia.

Es un día de gozo, de alegría compartida con la esposa. Alegría que se hará plena realidad en las bodas del cordero cuando el novio reciba a la nueva Jerusalén, que viene resplandeciente de gloria (Ap 21, 2-14: “Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, bajando del cielo, engalanada como una novia que se arregla para el novio…”). Desde entonces la humanidad redimida podrá decir que ha iniciado “el día más feliz de nuestra vida”.

El momento fundamental de la fe de los esposos está en la celebración del sacramento del matrimonio, que en el fondo de su naturaleza es la proclamación, dentro de la Iglesia, de la Buena Nueva sobre el amor conyugal.  Es la Palabra de Dios que se revela y culmina el proyecto sabio y amoroso que Dios tiene sobre los esposos, llamados a la misteriosa y real participación en el amor mismo de Dios hacia la humanidad (FC, 56).

. Profundizamos:

Otro pasaje bíblico:

. Ez 16, 1-63:  LEER y comentar las semejanzas, diferencias, mensaje…

Alegoría sobre la historia de Jerusalén. Presenta la realidad de Jerusalén a través de la imagen matrimonial que se remonta a Oseas (Os 1,2; 2, 4) y Jeremías (Jr 3, 6-25).  Con el simbolismo conyugal expresa las relaciones de Dios con su pueblo.  Fue la propia experiencia personal la que le llevó a entender así las relaciones del Señor con Israel.  Jerusalén se personifica en la mujer que representa a todo el pueblo de Israel.  Las relaciones entre Dios y su pueblo son analizadas en el pasado y en el presente.

Para Ezequiel, Israel se alejó del Señor desde el principio; la esposa sabe muy bien de donde vienen los regalos que luce para sus amantes. La alianza es un DON total del Señor, de quien Jerusalén (el pueblo) se alejó negándose a aceptar dicho don de la Alianza. Su comportamiento fue un deshonor, infidelidad, adulterio o prostitución en relación al esposo-Dios. La imagen del adulterio hace reflexionar sobre la fluctuación de la relación de cada hombre con Dios, no solo del pueblo.  Sobre el alejamiento de la vida espiritual de cada uno en cosas grave so ligereas. Se subraya el carácter crítico de estos alejamientos.

Recuerda los orígenes bastardos de Jerusalén que llevarán al trágico final.

El contraste de la actitud de Dios para con la amada (pueblo) y la de la amada con su Dios es muy fuerte.  Dios distribuye sus beneficios con amor; ella se va con otros “amantes-dioses” y despilfarra los dones del Señor. Israel responde negativamente al amor de Dios. Ha permanecido inmaduro humana y espiritualmente, narcisista a causa de su confianza en su gloria, desagradecido en relación con los favores recibidos.

El uso de la metáfora de la prostitución para expresar la infidelidad a Dios a través de un recurso cultual a otros dioses es común en el AT. El Señor pasa… y es rechazado.

Ez 16, 53-63: inicia mensaje de consuelo y esperanza.  La repudiada por sus amantes, la despreciada y expoliada, volverá a ser buscada por su esposo que renovará su matrimonio con ella. Ella reconocerá por una parte su ingratitud y, por otra, el amor fiel del esposo, Dios, y volverá a él en una fidelidad total.

. Catecismo de la Iglesia católica nn. 1603-1604: “Dios ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano. El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios que es amor (1 Jn 4, 8.16). El amor entre el hombre y la mujer se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre.

2. Miramos la vida (MEDITATIO)

. Descubrimos el amor de Dios cuya fuerza y pasión le lleva a desposar a Jerusalén. El texto:

. Nos habla de la fe en Dios que trae la salvación, que no se detiene ante las dificultades, ni la fuerza del pecado que ha dejado a Sion arrasada y abandonada. Nos pregunta sobre la fe en momentos de prueba.

. Resuenan las palabras que transmiten la belleza de una buena noticia sobre Dios… para profundizar en nuestra transmisión de la fe, en cómo y con qué actitud transmito a los demás el evangelio…

. La importancia del lenguaje del amor para hablar de Dios; la imagen que tenemos de Dios y el modo de relacionarnos con él: lejano, distante, pare, esposo… sentimientos…

. El nombre nuevo expresa el cambio de situación de la ciudad. Poner nombre a nuestras situaciones de angustia personal, matrimonial, familiar; cómo las afronto, las supero, qué nuevo nombre doy, …

. Nos interpela sobre nuestra vivencia del amor en sus dimensiones: corporal, afectiva, espiritual… sobre su significado como camino de revelación y encuentro con Dios….

3. Convidados a rezar (ORATIO-CONTEMPLATIO)

. Agradecemos la fe que hemos recibido. Le presentamos las personas que fueron las primeras en hablarnos del amor de Dios y del evangelio y a quienes nos ayudaron a vivirlos como buena noticia

. Damos gracias a Dios por el bautismo recibido que nos dio un nombre nuevo, el de hijos de Dios y nos unió a Cristo. Pedimos vivir fieles al compromiso bautismal.

. Presentamos al Señor a quienes son profetas en nuestro mundo llevando a toda la esperanza del amor de Dios a todos los lugares para llenarlos de esperanza, de manera particular a quienes trabajan por el bien de la familia…

. Pedimos perdón por los pecados, las situaciones que nos quitan la alegría del corazón y nos llevan a sentirnos abandonados de todos…

. Pedimos a Dios que nos haga vivir el amor pleno, a no ocultar la belleza del amor humano en todas sus dimensiones. Que sepamos ver en el amor corporal, sensual, afectivo la huella del amor de Dios por todas sus criaturas.

4. ¿Hacia dónde nos encamina el Espíritu? (ACTIO)

. Compromiso de vida

. Oración:

“Te pedimos Señor que quietes todo egoísmo de nuestro amor.

Que nuestro cariño sea puente que une.

Que sea un impulso para participar más, para ayudar más, para buscar juntos los caminos de la verdad.

Que juntos amemos más al prójimo.

Que seamos más humildes, más libres, más fuertes.

Y, apoyados en Ti, podamos dejarlo todo, por seguirte”.

Amén

. Somos la familia de Dios, Encuentros bíblicos desde la Lectio Divina para una Pastoral Familia, evd, 2014, 4

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