Con motivo de la celebración de la fiesta litúrgica de La Sagrada Familia, en el marco del año jubilar 2025, los Obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, nos invitan a ser peregrinos de esperanza guiados por la Sagrada Familia de Nazaret. En su Mensaje destacan:
La familia es la comunidad que une a la persona y la sociedad
«En medio de este contexto es necesario recordar que la familia es la comunidad que une persona y sociedad. La propuesta cristiana muestra la familia como lugar de encuentro y apertura, donde se vive la reciprocidad, el amor y la fecundidad. En ella, la persona no solo se forma como individuo, sino también como miembro de una comunidad que camina hacia Dios y hacia los demás. En la familia, aprendemos que “no es bueno que el hombre esté solo” (Gen 2, 18) y que nuestra identidad se construye en la relación con los otros.
Esta verdad se convierte en una fuente de esperanza en una sociedad herida por el aislamiento, la soledad y la ruptura de los lazos comunitarios. La familia es la primera y fundamental estructura en la que se aprende el sentido de la solidaridad, la gratuidad y el cuidado del otro. Allí donde el amor es verdadero y se comparte, surge la esperanza».
Vivir el don de la vida y de la esperanza en la vida de la familia
«El próximo jubileo nos brinda la oportunidad de redescubrir el don de la esperanza en la vida familiar, ya que nos trae una sobreabundancia de gracia. Recordemos las palabras de Jesús: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn 10, 10).
No solo hemos recibido el don de la vida natural, no solo el don de la vida de la gracia como hijos de Dios y amigos, sino también la sobreabundancia de la gracia que restablece los dones de Dios de una forma abrumadora. ¡La misericordia de Dios es infinita!
En efecto, en el Antiguo Testamento se habla de los jubileos como una institución de Israel que pretendía actualizar el don de la liberación de la esclavitud en Egipto y la posesión de la tierra prometida.» (…) «¡El Señor siempre tiene razones para volver a comenzar su obra de amor en nosotros y con nosotros en la misión! Claro que esto no debe llevarnos a la pasividad, sino todo lo contrario, a la confianza cierta que dilata el corazón y lo prepara para corresponder al Señor».
Fortalecer los vínculos
«La vivencia del año jubilar es una invitación a fortalecer los lazos de amor en nuestras relaciones y a reconocer la dignidad de cada persona, especialmente en un momento en que las dinámicas sociales pueden llevar a la división y al desencuentro. La familia cristiana es llamada a ser testigo de esta misericordia divina, que no se cansa de perdonar y de renovar todas las cosas. En este tiempo de gracia, es fundamental que nos esforcemos por restaurar la confianza y el respeto mutuo, comenzando por el seno del hogar.
«En tiempos de desvinculación e invierno demográfico, el Evangelio de la familia ha de ser anunciado por esposos y padres que, con humildad y decisión, testimonien que la familia fundada en el amor recibido y compartido, el significado esponsal de la diferencia sexual, la lealtad a la alianza establecida, la apertura y el cuidado de la vida son fuente de alegría personal y generadora de una inmensa fecundidad social» (Francisco, bula Spes non confundit, 21).
El mensaje termina con una invitación y una oración: «Invitamos a todos a contemplar el ejemplo de la Sagrada Familia que, incluso en la pobreza y en las dificultades, vive el amor y la comunión. Movidos por el amor, busquemos caminos concretos para compartir nuestro tiempo y nuestros bienes con los más pobres y desfavorecidos.
El Jubileo es un año en el que el cristiano está llamado a tomar conciencia de que el mal que ha hecho no termina con él, sino que recorre la historia, la humanidad entera
Queremos dirigir una palabra especial a las familias que pasan por momentos de prueba, quienes sufren la enfermedad, la pérdida de seres queridos, la pobreza o la incomprensión. ¡No perdamos la esperanza! El Señor camina a nuestro lado y renueva su promesa de vida abundante». Que la Sagrada Familia nos acompañe en este camino y podamos descubrir, junto a Jesús, María y José, la belleza del amor familiar y la alegría de vivir siempre con esperanza en medio de nuestro mundo.
El Jubileo es un año en el que el cristiano está llamado a tomar conciencia de que el mal que ha hecho no termina con él, sino que recorre la historia, la humanidad entera, introduciendo en ella la muerte social, civil, religiosa, política, económica, familiar y eclesial. Somos muy conscientes de que incluso un solo deseo, un solo pensamiento, una decisión mala, insensata, tonta, perversa, es causa de un hundimiento que lleva al alejamiento de la gracia.
J.D. A