«Semillas de paz y esperanza»: Jornada Mundial de oración por el cuidado de la creación 2025

El Misal Romano, libro litúrgico donde se recogen los diferentes formularios para la celebración de la Santa Misa, incluye el nuevo formulario: la misa «pro custodia creationis» (por el cuidado de la creación). A diez años de la publicación de la encíclica «Laudato si’» por el papa Francisco, se renueva el compromiso de acoger los signos de los tiempos y de renovar el compromiso por el cuidado «de la casa común».

 

La ecología integral es parte esencial del compromiso cristiano por alabar siempre al Señor y hacerlo en un mundo «cuidado» a través de decisiones y gestos concretos, a nivel personal y comunitario, referidas particularmente al consumo responsable de los bienes comunes y al uso justo y equilibrado de los recursos del planeta. El evangelio nos invita siempre a situarnos en el mundo de un modo crítico frente al progreso insolidario, la injusta distribución de los bienes comunes. Como afirma el papa León XIV, la justicia ambiental representa una «necesidad urgente», una «cuestión de justicia social, económica y antropológica».

 

En el Mensaje del papa León XIV se subraya: (…) Estas diversas heridas son consecuencia del pecado. Sin duda, esto no es lo que Dios tenía en mente cuando confió la Tierra al hombre creado a su imagen (cf. Gn 1, 24-29). La Biblia no promueve «el dominio despótico del ser humano sobre lo creado» (Laudato si’, 200). Al contrario, es «importante leer los textos bíblicos en su contexto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a «labrar y cuidar» el jardín del mundo (cf. Gn 2, 15).

 

Mientras «labrar» significa cultivar, arar o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza (ibíd., 67). La justicia ambiental —anunciada implícitamente por los profetas— ya no puede considerarse un concepto abstracto o un objetivo lejano. Representa una necesidad urgente que va más allá de la simple protección del medio ambiente.

 

En realidad, se trata de una cuestión de justicia social, económica y antropológica. Para los creyentes, además, es una exigencia teológica que, para los cristianos, tiene el rostro de Jesucristo, en quien todo ha sido creado y redimido. En un mundo en el que los más frágiles son los primeros en sufrir los efectos devastadores del cambio climático, la deforestación y la contaminación, el cuidado de la creación se convierte en una cuestión de fe y de humanidad.

 

Es hora de pasar de las palabras a los hechos. «Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana» (ibíd., 217). Trabajando con dedicación y ternura se pueden hacer germinar muchas semillas de justicia, contribuyendo así a la paz y a la esperanza. A veces se necesitan años para que el árbol dé sus primeros frutos, años que involucran a todo un ecosistema en la continuidad, la fidelidad, la colaboración y el amor, sobre todo si este amor se convierte en espejo del Amor oblativo de Dios.

 

Una acción concreta es la inauguración el pasado día 5 de septiembre del «Borgo Laudato Si’» en Castel Gandolfo, un lugar que durante siglos ha sido residencia de los Papas, abierto al público, que se extiende sobre 55 hectáreas con zonas agrícolas, jardines, monumentos…, en el que se encuentran aplicados los principios contenidos en la encíclica del papa Francisco. La misión es la de crear un espacio donde el cuidado de la creación y el respeto a la dignidad humana puedan ser protegidos y promovidos mediante un compromiso compartido que tiene sus raíces en la fe. Espiritualidad, educación, sostenibilidad en un espacio abierto para la reflexión y la experiencia de una relación más humana y respetuosa con la creación.

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