Familia, fuente de esperanza

En nuestra revista Nº1495 de noviembre-diciembre 2024, ya publicamos una nota de la Subcomisión de Matrimonio y Familia de la CEE bajo el título: «Familia, fuente de esperanza».

 

De nuevo, en este número retomamos el tema para subrayar el protagonismo de la familia y el valor de esta en la construcción del futuro de la sociedad. Precisamente,
durante el Jubileo de las Familias celebrado en Roma en junio de 2025, el papa León XIV subrayó tres elementos que indican este papel fundamental en la sociedad:

 

  • El valor de la unidad: Jesús ora por la unidad, por una comunión fundada en el amor con el cual Dios nos ama a cada uno y este es el anuncio que queremos hacer al mundo: «estamos aquí para ser “uno” tal y como el Señor quiere que seamos “uno”, en nuestras familias y en los lugares donde vivimos, trabajamos y estudiamos: distintos, pero uno; muchos, pero uno, siempre uno, en cualquier circunstancia y edad de la vida».

 

  • El valor de la filiación y de la fraternidad: todos somos hijos y nada más nacer necesitamos de los demás para vivir; solos no podemos lograrlo. Nuestra existencia se la debemos a alguien más que nos dio la vida, nos salvó, nos cuidó, se hizo cargo de nosotros, de nuestro cuerpo y también de nuestro espíritu. «Todos nosotros vivimos gracias a una relación; es decir, a un vínculo libre y liberador de humanidad y cuidado mutuo».

 

  • El valor de la santidad: el matrimonio que, fiel a su vocación de ser «uno en el amor», camina hacia la santidad de la propia vida de pareja, es un testimonio extraordinario del amor de Dios, de la transmisión de la fe y de los valores que fundamentan la relación y de estabilidad social. La familia unida y reconciliada refuerza las relaciones sociales.

 

Ninguna familia es perfecta, por eso toda familia está abierta a la esperanza, tanto a nivel interno como externo. El camino relacional y familiar no es fácil y es necesario recorrerlo con la conciencia de que las relaciones humanas son «imperfectas». Pero, en la familia se vive y viviendo se educa; se cometen errores y nuevamente se avanza, se comienza otra vez y esto es uno de los elementos necesarios para «vivir bien», con realismo. En la familia se puede hacer experiencia de pedir perdón y de ser perdonados, de cuidado mutuo, diálogo, se establece una red de relaciones real, con rostros, manos, abrazos… Y esto es una escuela de aprendizaje y, por lo tanto, de esperanza, que forma para unas auténticas relaciones humanas en los ámbitos de la vida social.

 

La familia, transmisora de vida, de valores, de fe, de humanidad; espacio privilegiado de encuentro y apertura, de diálogo cordial y cuidado mutuo, especialmente de los miembros más vulnerables y frágiles, de fraternidad y respeto… Es el mejor fundamento para construir una sociedad justa, solidaria; fuente de esperanza por la experiencia concreta, también de dolor y sufrimiento, que, en su seno, puede vivirse, y por la apertura esperanzada al futuro que se sustenta en la acogida, cuidado y respeto a la vida. Para todas las familias, una Santa Navidad y un año nuevo 2026 lleno de Bendiciones.

 

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