Este año ha sido muy especial para nuestra comuni dad educativa, porque el colegio Sant Lluís de Pla i Amell, ubicado en la localidad de Begues, ha alcanzado una meta verdaderamente extraordinaria: cien años dedicados con pasión, compromiso y alegría a la educación en este encantador municipio del Baix Llobregat.
Un siglo de historia que no habla únicamente de un edificio o de una institución, sino que representa una historia viva construida por generaciones de personas que han dejado su huella: alumnos y alumnas, familias, maestros y maestras, religiosos, religiosas y toda una comunidad educativa que ha crecido y evolucionado unida bajo los mismos valores. Cada uno de ellos ha contribuido, de una manera u otra, a que el Sant Lluís sea hoy mucho más que una escuela: un espacio de vida, de aprendizaje y de convivencia que forma parte esencial del corazón de Begues.
Todo comenzó en el año 1925, cuando la familia Amell, movida por un profundo espíritu de servicio, cedió un espacio para que los religiosos Hijos de la Sagrada Familia pudieran iniciar un nuevo proyecto educativo en el pueblo. Aquel gesto generoso fue el punto de partida de una historia que abriría las puer tas del saber y de la formación humana a los chicos del barrio de la Rectoría. Con esfuerzo, ilusión y fe, el pequeño colegio fue creciendo hasta convertirse en una referencia educativa en la zona. Con el paso del tiempo, el centro fue ampliando sus instalaciones, diversificando su oferta y adaptándose a los nuevos retos sociales y pedagógicos.
En los años setenta, por ejemplo, el colegio vivió una etapa especialmente significativa gracias a la colaboración con las Hermanas Dominicas de la Anunciata, que durante casi tres décadas trabajaron codo a codo con los religiosos de la Sagrada Familia para responder a las necesidades educativas del momento. Aquella alianza, basada en la cooperación y el respeto mutuo, consolidó un estilo educativo profundamente humano y cristiano que todavía hoy define al centro.
Desde entonces, miles de niños y niñas han pasado por las aulas del Sant Lluís. Algunos de ellos son ahora abuelos y abuelas que recuerdan con cariño a los maestros que los guiaron; otros son padres y madres que confían la educación de sus hijos al mismo colegio donde aprendieron a leer, a soñar y a creer en sus capacidades. Y algunos incluso han vuelto como docentes, convertidos en los maestros y maestras que hoy acompañan a las nuevas generaciones con la misma dedicación con la que un día fueron acom pañados. En todos ellos se mantiene viva la esencia del colegio: una comunidad unida por el afecto, la educación integral y el deseo de construir un mundo mejor desde la cercanía y el respeto.
Como explica la actual directora, Magda Ventura, el premio «Ànima Beguetana», otorgado por el Ayuntamiento de Begues con motivo del centenario, no es solo un reconocimiento a la trayectoria del colegio, sino también un homenaje a todas las personas que han hecho posible este camino. Es, además, una manera de poner en valor el espíritu de acogida, de servicio y de entrega que inspiró al padre Manyanet y que continúa siendo la brújula del proyecto educativo. En palabras de Ventura, el legado del funda dor se traduce hoy en cuidar las emociones de los alumnos, respetar la diversidad, acompañar los pro cesos de aprendizaje y ofrecer oportunidades a todos, siempre desde una mirada humanista, cristiana e inclusiva.
Durante este siglo de historia, la escuela no ha caminado sola. Ha tejido una red de vínculos sólidos con entidades locales, asociaciones culturales y de portivas, y con otras escuelas de Begues, generando un auténtico sentimiento de comunidad. Además, ha impulsado proyectos conjuntos con centros de otras localidades e incluso con instituciones internacionales, llevando el nombre de Manyanet Begues más allá de nuestras fronteras y situando al municipio en el mapa educativo global. Gracias a esta apertura, el colegio ha sabido combinar la tradición con la innovación, manteniendo vivas sus raíces al mismo tiempo que mira al futuro con esperanza.
Cien años de historia dan para mucho: para recordar risas en el patio, celebraciones, excursiones y fes tivales; para evocar a maestros y maestras que dejaron huella, familias que confiaron en el proyecto y generaciones enteras que crecieron entre estas pa redes aprendiendo no solo contenidos, sino también valores. El Sant Lluís de Pla i Amell es, al fin y al cabo, un testigo de la historia de Begues, un reflejo de su gente y de su espíritu comunitario. En su día a día, sigue fomentando la creatividad, el pensamiento crí tico y el compromiso con el entorno, preparando a sus alumnos para ser ciudadanos responsables, solidarios y conscientes del mundo que los rodea. La inno vación pedagógica, el uso de las nuevas tecnologías y el trabajo cooperativo son hoy pilares fundamentales que conviven con el trato cercano y familiar que siempre ha caracterizado a la escuela.
Además, el colegio ha sabido mantener vivas las tradiciones que lo identifican: las celebraciones de Navidad, las fiestas del padre Manyanet, las convivencias, las campañas solidarias y los proyectos de aprendizaje- servicio, donde los alumnos aprenden el valor de ayudar a los demás. Estas actividades, junto con la implicación de las familias y el trabajo constante del profesorado, hacen del Sant Lluís un espacio donde se aprende con la cabeza, con el corazón y con las manos.
Cada rincón del colegio —desde las aulas luminosas hasta el patio donde resuenan las risas— cuenta una historia de esfuerzo compartido y de sueños cumplidos. El colegio ha estado siempre abierto a la comu nidad y ha participado activamente en la vida diaria del municipio. Hoy, el colegio continúa fiel a su misión original: formar niños y jóvenes que, con su preparación, sensibilidad y compromiso, serán el futuro del pueblo y del mundo.
Porque educar, como bien saben en Manyanet Begues, es sembrar en cada corazón una semilla de esperanza. Desde la institución, queremos agradecer a todos los docentes, que han formado parte de nuestra comunidad educativa, su contribu ción de forma activa a la historia del municipio y de nuestra institución. También queremos extender esta gratitud a los cientos de alumnos y alumnas que son transmisores de los valores manyanetianos; exten diendo la cultura de educar el corazón y el intelecto como huella propia.
Ellos/as son los testimonios en primera persona de todo el trabajo pedagógico que se ha llevado a cabo en el centro y también del acompañamiento humano que han recibido por parte del profesorado. Para terminar, os queremos desear ¡Muchas felici dades, Manyanet Begues, por estos cien años de historia, de educación y de vida compartida, y por todos los que vendrán! Que este centenario sea solo el comienzo de un nuevo capítulo lleno de ilusión, crecimiento y servicio a la comunidad.
