QUERIDAS FAMILIAS
Tras la compleja situación vivida desde el pasado mes de marzo cuando se declaró el estado de confinamiento y, asumiendo de forma realista todas las experiencias vividas, tanto a nivel personal, familiar como profesional, nos disponemos a iniciar el nuevo curso escolar 2020-21, con plena conciencia, ya desde el principio, de la complejidad de la situación, que no está en la perspectiva de mejoría que todos hubiéramos deseado. Si una lectura “positiva” de las crisis nos recuerda que éstas son, entre tantas cosas, también una oportunidad, nosotros “aprovechamos la experiencia vivida” para aportar cuantos elementos nos ayuden afrontar con confianza la nueva situación que se abre ante nosotros llena de incertidumbre, es verdad, pero también de esperanza, virtud a la que no podemos ni queremos renunciar.
Por ello, “todo lo bueno” que podemos sacar de una experiencia tan dura, a todos los niveles, vamos a aplicarlo ahora mirando con realismo la situación. Junto a las familias, al lado de los alumnos-as, hemos compartido una lección de vida real, experimentada, sufrida, evaluada… que nos ha recordado, entre otras cosas (y así lo reflejábamos en el número anterior de nuestra revista) la importancia de cultivar las virtudes, o sea, los fundamentos, principios, valores que dan sentido, fuerza, orientación existencial a nuestra vida tanto a nivel personal como profesional. En aquellos días, como en estos, mi aplauso, desde la terraza del colegio, fue, además de para los sanitarios y todas las personas situadas en la primera línea de la lucha diaria contra el virus, también para todos los profesores y personal que trabaja en las escuelas, situadostambién “en primera línea”, pues la educación es clave para afrontar el futuro. Y todo ello, sin olvidar, claro está, a las familias y niños-as que han vivido una experiencia de “maduración” importante en sus vidas
Como recuerda el papa Francisco, es necesario mantenernos “siempre conectados con la cabeza, el corazón y las manos” para actuar con justicia y ser protagonistas de la construcción de un mundo nuevo y mejor para todos. Muchas cosas han cambiado y seguirán cambiando, pero no dejemos a otros el protagonismo de estos cambios. Nuestra vocación educadora es fundamental para que el centro sea la persona, la familia, la relación profundamente humana entre nosotros y el entorno que nos rodea. Desde esta convicción seguimos profundizando el interés y seguimiento personalizado de cada alumno, el contacto permanente con las familias, la permanente formación de los maestros y profesores y de todo el personal de la escuela, la implementación de los recursos tecnológicos necesarios, la evaluación permanente, la flexibilidad, comprensión y creatividad… Pido para todos la Bendición de Dios y un buen curso 2020-21.
J.D.A.