Cada familia es como el conjunto de teselas que componen un mosaico.
Cada tesela representa una realidad posible, una historia, una persona, una vivencia, una crisis, una oración, un perdón, unos valores, unos logros, unas relaciones, etc.
Este artículo se refiere a La oración (I).
Orar es hacer memoria
La oración es proteína para el alma. Sin ese alimento nos falta fuerza en la vida. Se puede vivir algunos días sin comida, pero no sin la oración, decía Gandhi. La oración es el oxígeno necesario para que nuestra fe respire y pueda desarrollarse en la comunión con Dios y con las personas que confiesan la misma fe. Aspecto personal y aspecto comunitario. La oración se hace alianza sagrada, entre Dios y nosotros. La oración no es simple actividad. Es relación. Una relación que nos hace libres para descubrir nuestra propia forma de orar. ,Rezamos desde lo que somos y desde lo que descubrimos en la vida. Con nuestra historia. Con un corazón humano con el cual nos presentamos a Dios como somos, y sabiendo que Él nos ama como somos. Con Él no tenemos necesidad de fingir. Ante Él, nuestra libertad es nuestra verdad. Vestida de fortaleza y de debilidad. De pensamientos y sentimientos.
En la vida diaria de pareja y familia, se puede dedicar tiempo a la oración. Pero en todos los matrimonios y familias, las mejores horas del día están dedicadas al trabajo y al cuidado de los hijos. Son las horas de «oración laboral». Sin necesidad de arreglarse para ir a la iglesia. No hacemos del templo el lugar único para manifestar nuestra identidad cristiana. Si los templos o los momentos de oración se convierten en lagunas donde encontrar a Dios, se corre el riesgo de vaciar de significado espiritual nuestra existencia. Orar personalmente o en pareja son momentos para «hacer memoria» del don de Dios en la vida. Hacer memoria de lo que hemos vivido hoy. Lugares y horas donde Cristo sigue encarnándose en la vida. Marco de oración. Para hacer memoria ante el Dios de la vida, de nuestros éxitos y fracasos, de nuestras risas y nuestras lágrimas.
Memoria y presencia
Para comprender mejor de qué se trata, diríamos que lo contrario de orar sería «olvidar», es decir, vivir en la «ausencia» de la vida diaria. Se dice que quien pierde la memoria encuentra ídolos. Orar es, por tanto, en un primer sentido, «hacer memoria» de lo que hemos vivido hoy. Decir a Dios nuestra historia, con sus altos y bajos. Como si quisiéramos tirar un hilo de todos los acontecimientos de una jornada para unirlos en un collar, y con el fin de que nuestro día no se reduzca a una sucesión de situaciones, donde algunas son importantes, otras no; donde unas son más espirituales y otras son más profanas. Y lo hacemos personalmente o en pareja, en el agradecimiento, en la petición, en el perdón, en la alabanza.
«Orar en pareja» no quiere decir que, automáticamente, eso solo (orar) haga a una familia espiritual». Vivir la espiritualidad es algo más que orar. Tampoco diríamos que una pareja vive su sexualidad, su afectividad y ternura solo cuando «hacen el amor». La sexualidad no se reduce solo a eso. Vivir la sexualidad abarca todo el día. Somos hombre y mujer todo el día. Algo parecido se podría decir de la oración. No es un acto puntual, por repetido que sea. Se trata de hacer de todo nuestro día una manifestación de Su presencia. Superar la actividadpara vivir la relación con Él.
Una poesía india nos puede ayudar a vivir la oración en zapatillas:
Deja ya esa salmodia, ese canturreo,
ese pasar y repasar rosarios.
¿A quién adoras, di, en ese oscuro rincón
solitario del templo cerrado?
¡Abre tus ojos, y ve tu Dios no está ante ti!
Dios está donde el labrador cava la tierra dura,
donde el picapedrero pica la piedra;
está con ellos, en el sol y en la lluvia,
lleno de polvo el vestido.
¡Quítate ese manto sagrado y baja con tu Dios
al terruño polvoriento!
R. Tagore
Oración personal y oración en pareja
«Donde hay dos o más en mi nombre, estoy en medio de ellos», dice Jesús (Mt 18, 20). Ejemplo aplicable a la pareja y familia. Conocemos a muchos esposos y esposas como personas de oración personal, pero pocas veces lo experimentan como pareja. Es una lástima. No estamos llamados a rezar solos. Estamos llamados, como pareja, a vivir la relación con Él.
En esa relación los esposos se adentran en el misterio de Dios: relación de amor. Su comunicación, la forma como expresan su amor en la sencillez o dificultad de cada día, va a significar la presencia de Dios en su vida. Y van a experimentar en su propia carne quién es Dios en su profundidad: relación de amor. La oración es la primera actualización de la fe. Es abrir la puerta de nuestra vida para que se hospede en casa y sepa de nuestra vida o para que la Palabra del Evangelio nos diga algo de él y de nosotros. No oramos para cambiar a Dios. Oramos para que Dios pueda cambiarnos. «Recuerda, Señor, que tu ternura y tu lealtad son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor» (Sal 25, 6-7).
Debe quedar claro que, al hablar de la oración en pareja, no se pretende anular la oración personal. Cada persona, si es creyente, es, por tanto, orante.
Con todo ello queremos remarcar que la espiritualidad debiera contemplarse desde una perspectiva antropológica de Dios que da sentido a un proyecto de vida. Y es bueno desde esta perspectiva de «encarnación» que cualquier pareja experimente que su amor es superior a ellos mismos, que tiene una gratuidad inexplicable. Una gratuidad que acoge la fragilidad y limitación del otro.
Resumiendo
• Orar es hacer memoria de la vida de cada día.
• Orar es más que recitar oraciones.
• La oración es actualización de la fe.
Amoris laetitia
En referencia a la «tesela» descrita, mencionamos algunas de sus frases.
• «En la familia, “que se podría llamar iglesia doméstica”, madura la primera experiencia eclesial de la comunión entre personas. […] Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la ración y la ofrenda de la propia vida» (86).
• «Hace falta orar con la propia historia, aceptarse a sí mismo, saber convivir con las propias imitaciones, e incluso perdonarse» (107).
• «El espacio vital de una familia se podía transformar […] en sede de la Eucaristía, de la presencia de Cristo sentado a la misma mesa. “Estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré y comeremos juntos”» (Ap 3, 20) (15).
• «La fe es don de Dios, recibido en el bautismo, y no es el resultado de una acción humana, pero los padres son instrumentos de Dios para su maduración y desarrollo» (287).
Preguntas
1. ¿Cuál es nuestra experiencia de orar en pareja?
2. ¿Qué significado tiene en tu vida la oración a nivel personal y de pareja?
Buena reflexión y diálogo.