ACOGER
Hace unos días en nuestra celebración eucarística dominical de la parroquia dimos la bienvenida a un joven teólogo que estará los próximos tres años acabando su formación de agente de pastoral en nuestra zona pastoral, donde se agrupan seis parroquias. La diócesis alemana donde residimos asume todas las responsabilidades como con cualquier otro trabajador que tiene a su cargo: sueldo, seguro, acompañamiento, formación.
Este joven participó, entonces todavía como estudiante de teología, en el documental «Como Dios nos creó» que se emitió en el primer trimestre de 2022 en la televisión pública alemana y tuvo una gran repercusión tanto en la iglesia católica como en la sociedad alemana: 125 católicos y católicas, muchos de ellos trabajando remuneradamente para la iglesia católica, hicieron pública su identidad se- xual.
Me conmuevo y me identifico con la iglesia que antepone la acogida al juicio y visibiliza con más claridad la auténtica esencia de la iglesia: ser la «familia de Dios», casa y familia de todos, especial- mente para cuantos están «fatigados y agobiados» (Mt 11, 28) (cfr. CCE, 1655 y 1658). «“Ya es tarde y este es un lugar solitario. Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y se compren comida”. Jesús les contestó: “No es necesario que vayan. Dadles vosotros de comer”» (Mt 14, 15-16).
SUMAR
El acoger con amor sincero siempre es el primer paso. A partir de aquí, sigue siendo un reto construir desde las circunstancias de cada uno. La vocación cristiana nos anima siempre a buscar rendijas de luz y dones escondidos en cada uno que pueden hacer bien a uno mismo y al prójimo. Por eso el amor verdadero es creativo y está abierto a sorpresas, a la vez que exige discernimiento y reflexión.
El verbo sumar sintetiza muy bien esta actitud. Lejos de caer en una ingenuidad vacía de contenido y de significado, el verbo sumar exige una atención muy clara y concreta de la realidad que nos rodea. El joven teólogo es consciente de las dificultades que tendrá en su quehacer pastoral debido a su identi- dad sexual, pero está al mismo tiempo convencido de que su ser y su vocación no se pueden reducir a un ámbito concreto de la vida.
Él quiere sumar y aportar su granito de arena. «“No tenemos nada más que cinco panes y dos peces”. Jesús les respondió: “Traédmelos”» (Mt 14, 17-18).
CONFIAR
Si tuviésemos en cuenta todas las contradicciones que vivimos, tanto en primera persona como en la Iglesia y en la sociedad, seguramente estaríamos en un estado de bloqueo constante, viviríamos paralizados esperando ingenuamente la llegada de tiempos mejores.
La salida de este bloqueo y de esta paralización pasan por el confiar. No en un confiar basado en nuestro buenismo o en nuestro activismo, sino un confiar fundamentado en Alguien más grande que yo y que ama a cada ser humano sin límite. Ni el agente de pastoral ni nadie puede saber cómo se desarrollará su vida profesional y personal, pero tanto él como cada uno de nosotros podemos confiar, podemos fiarnos de la ayuda e inspiración de Alguien que siempre nos acompaña. Y sí, pasan cosas completamente imprevistas y fuera de toda lógica mundana.
Acoger, sumar, confiar. Tres verbos familiares. Tres verbos que hacen familia. Tres verbos que reflejan el Espíritu de Nazaret. Tres verbos que encarnan esperanza. «Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron doce canastas con los trozos sobran- tes» (Mt 14, 20).
Edison Fañanás Lanau
